Nuestro rol …
Nuestro rol en Texas University of Theology es llevar una educación teológica y entrenamiento ministerial a personas que no pueden o no están dispuestos a asistir a una institución de educación superior centralizada.
Pero más profundamente, mientras admiramos y respaldamos los esfuerzos de Colegios Bíblicos y Seminarios tradicionales, estamos profundamente comprometidos al concepto de entrenar las personas dentro del entorno de su propia iglesia local, y a la provisión de un excelente material de enseñanza con opciones de estudio para Cristianos en todas partes. Tratamos a todo el entorno de la iglesia local como parte de nuestra actividad docente: su culto, su testimonio, su koinonía [or: su hermandad], su enseñanza; su ministerio – todos son reconocidos como parte del proceso formativo para equipar a hombres y mujeres para servir a Cristo.
Nuestra función es simplemente añadir un recurso teológico y académico que pocas iglesias pueden fácilmente proporcionar, a la vez dejando la formación práctica en el ministerio en manos del pastor local. Detrás del formato en que presentamos nuestros materiales y los tipos de evaluación que empleamos, hay una filosofía educativa basada en el siguiente principio
– la educación cristiana debe establecerse sobre una sólida base teológica (p.ej. las prohibiciones y advertencias sobre “sana doctrina” en 1 Timoteo 1:10; 4:13; 2 Timoteo 4:3; 2 Pedro 2:1-3; Jeremías 6:16; 1 Corintios 3:10-13; etc.).
Los estudiantes deben ser llevados a conocer a Dios, no solo aprender de Él, y el currículo debe ser conscientemente estructurado para lograr ese fin excelente. El objetivo debe ser no sólo impartir conocimientos, sino más bien enseñar principios de sana interpretación, mostrando a la gente cómo hacer su propia investigación y cómo aplicar la verdad a la vida. Una meta final es la activación de hombres y mujeres a un servicio cristiano eficaz, en cualquier entorno donde él o ella puedan ser llamados a ministrar.
Afirmamos lo siguiente…
- Que la Biblia es la Palabra de Dios, dada y preservada por todas las generaciones. Creemos que es correcta en todo lo que afirma, y es la norma autoritativa por la cual determinamos creencias y conducta.
- Que Dios existe como tres personas: el Padre, Jesucristo su único Hijo, nuestro Señor, que ofrece salvación a todos, y el Espíritu Santo que capacita a los hombres y mujeres para el servicio y los santifica para el propósito de Dios.
- Que nada puede reemplazar la importancia de la iglesia local, que es el cuerpo de Cristo en la tierra, en el programa de Dios.
- Que entrada a la iglesia es mediante el “nuevo nacimiento,” que es ocasionado por un arrepentimiento genuino de pecado, confesión de fe en Cristo como Salvador y entrega a Él como Señor.
- Que la membrecía en la iglesia está representada por la participación gozosa en su adoración, comunión, sacramentos, testimonio, y por la aceptación de su disciplina.
- Que la presencia y uso de los dones espirituales es esencial en la iglesia local y el ministerio Cristiano.
- Que la vida cristiana victoriosa se basa en una comprensión adecuada y ejercicio de la autoridad espiritual transmitida al creyente por el don de la justicia. En la resurrección de los muertos en el retorno de Cristo, en la certeza del juicio de Dios y en el inevitable resultado de ese juicio de los justos y los injustos, como se predijo en las Escrituras.